Desde que partió este semestre, gracias a mi adecuada toma de ramos, pude por fin dejar un día libre viernes para poder viajar a Talca más seguido, pensamiento ingenuo ya que la mayoría de mis viernes hay sido los días anatómicos para leerme hermosos capítulos del Moore, si los comparo ahora con los capítulos del Snell y Delmas.
En fin, los viernes han sido una oportunidad para evadir los colapsos anatómicos de mil formas, hoy por ejemplo, ocio mientras escribo escuchando una pésima canción de la que no me puedo despegar y me conecto a msn pensando en hablar con alguien y reviso mi blog, y leo comentarios de Francisco Honorato (el amor oculto liceano y no tan liceano, llamado más amigo que bastantas casos por ahi :*), que me hacen pensar en leseras para escribir, como ahora por ejemplo.
Existen otros viernes como el pasado, en donde gracias a Dios, puedo decir que realmente hago algo provechoso. Por esas cosas de la amistad y los pitutos, llegue un viernes a un sector entre Maipú y Cerrillos, entre basura y edificios, donde vivía una gran familia en un campamento, del que siempre escuchas hablar, pero nunca sabes dónde están.. sí, esos mismos.
Conocimos junto con más amigos y conocidos, a la Señor Marta, la abuelita, mamá y matriarca de la parcela en la que vive esta gran familia. Entre tantos niños, pintura, maldades y cosas por el estilo, se abrió mi corazón y pude de alguna forma, sentirme útil.
Hasta este viernes que pasó, mi día era considerado variable, dependiente de la anatomía, de las citas con amigas, de reuniones sin sentido, de chateos o de siestas ( que no debo negar que adoro), para poder cambiarlo a partir del próximo en tardes compartiendo con mi nuevo amigo Eric y otra niñita cuyo nombre es inpronunciable, lo que me complica escribirlo.. :S
Las razones para participar son tan obvias que no puedo explicarlas, son sus caras, son sus formas de hablar, son sus juegos, sus travesuras, su sabiduría, su niñez perdida e inteligencia despilfarrada, la que deseamos recuperar... de a poquito, quizás fallemos, pero al menos al final del día se despiden esperando a que sea luego un viernes para poder vernos de nuevo.
Los particulares viernes de este semestre, han tomado más sentido que nunca... y si, estoy un poco molesta de estar en Talca ahora, pero lo recompensaré.
En fin, los viernes han sido una oportunidad para evadir los colapsos anatómicos de mil formas, hoy por ejemplo, ocio mientras escribo escuchando una pésima canción de la que no me puedo despegar y me conecto a msn pensando en hablar con alguien y reviso mi blog, y leo comentarios de Francisco Honorato (el amor oculto liceano y no tan liceano, llamado más amigo que bastantas casos por ahi :*), que me hacen pensar en leseras para escribir, como ahora por ejemplo.
Existen otros viernes como el pasado, en donde gracias a Dios, puedo decir que realmente hago algo provechoso. Por esas cosas de la amistad y los pitutos, llegue un viernes a un sector entre Maipú y Cerrillos, entre basura y edificios, donde vivía una gran familia en un campamento, del que siempre escuchas hablar, pero nunca sabes dónde están.. sí, esos mismos.
Conocimos junto con más amigos y conocidos, a la Señor Marta, la abuelita, mamá y matriarca de la parcela en la que vive esta gran familia. Entre tantos niños, pintura, maldades y cosas por el estilo, se abrió mi corazón y pude de alguna forma, sentirme útil.
Hasta este viernes que pasó, mi día era considerado variable, dependiente de la anatomía, de las citas con amigas, de reuniones sin sentido, de chateos o de siestas ( que no debo negar que adoro), para poder cambiarlo a partir del próximo en tardes compartiendo con mi nuevo amigo Eric y otra niñita cuyo nombre es inpronunciable, lo que me complica escribirlo.. :S
Las razones para participar son tan obvias que no puedo explicarlas, son sus caras, son sus formas de hablar, son sus juegos, sus travesuras, su sabiduría, su niñez perdida e inteligencia despilfarrada, la que deseamos recuperar... de a poquito, quizás fallemos, pero al menos al final del día se despiden esperando a que sea luego un viernes para poder vernos de nuevo.
Los particulares viernes de este semestre, han tomado más sentido que nunca... y si, estoy un poco molesta de estar en Talca ahora, pero lo recompensaré.