
En el primer texto publicado, conte una historia más bien personal, de sanación (como diría mi amiga kitta), en donde mencioné el paso por Trabajos Voluntarios UC. Y como estamos en vísperas de nuevas metas, camino hacia Salamanca, Cuarta Región, en trabajos de invierno, aprovecho esta instancia para dejar mi experiencia de voluntaria de San Pablo, Décima Región.
Por cosas más bien de destino o decisiones fuera de mi alcance ( hasta cierto punto porque de todas formas es por voluntad propia que uno accede a ir), llegué a esta organización de trabajo voluntario, en donde jóvenes chilenos estudiantes universitarios tanto de universidades públicas y privadas, trabajan durante un período de quince días en alguna localidad que requiera ayuda de muchos ámbitos.
En verdad son pocas las ideas que se pueden tener sobre la situación de las personas, hasta que se ve y se vive con ellos sus más deficientes atenciones a necesidades básicas que simplemente están fuera de su alcance. Una vez que lo ves, te das cuenta que la vida o Dios, depende de lo que creas, ha sido generoso (a) contigo.
Entonces pasas días entre personas que agradecen cada gesto que tú haces, desde un simple saludo, hasta la conversación gratuita, nada está de más, sólo el hecho de pensar en no hacer algo.
Sin duda quedan muchas cosas pendientes cuando se terminan los días, no puedes evitarlo, hay tanto por hacer y tan pocas manos, tanto por mejorar y tan poca voluntad. Dónde está la mano de hombre que pelea por el pueblo, estos lugares son los que albergan al verdadero pueblo, a ese que vive con sueldos de 30 mil pesos cuando el tiempo es bueno, y que sustentan a familias de 5 integrantes en promedio. Son seis mil pesos al mes por integrante, algo que además de sorprender, desiluciona en muchos ámbitos sobre las gestiones del gobierno o de autoridades pertinentes, para ayudar a estas personas.
En cada localidad, en especial en la que yo participe y de la cual soy testigo ocular de la situación, existen un sin fin de problemáticas como por ejemplo, un techo seguro donde refugiarse de las fuertes lluvias del sur, un baño relativamente decente y cuando me refiero a baño, entiendase por casilla a cincuenta metros de la media agua (letrina), acceso a cosas tan simples como ser parte del programa puente, entre otras cosas, que problamente requieren de mayor estudio como para llegar y lanzarlas.
Conocimos niños de todas las edades, niños, que juegan a trabajar, pus en unos pocos años más, harán de su tiempo, no el estudio, sino a la fuerza. Y sus ojos, quién entiende que en sus ojos hay más que resignación.
Quizás el servicio que ofrecemos no sea efectivo de forma inmediata, quizás sea un cuento de nunca acabar, pero esa no es la cuestión, sino que tan grande tienes el corazón, si dejas pasar la oportunidad de servir, o que tan pequeña es tu conciencia, si no te detienes a cooperar. En lo personal el corazón me quedó pequeño, fuí feliz por quince días y así como la mayoría de mis comuneros de Lololhue, como de otras comunidades, es más lo que se pude hacer, y para ello comenzamos el trabajo de preparación de Salamanca.
La huella de Lololhue en el corazón de todos los comuneros, entre valles y planicies, entre tierra y verde, entre aire y suelo, siempre Lololhue como la puerta a la realidad nacional chilena.